Estudios epidemiológicos y ensayos clínicos muestran que el deterioro cognitivo que se manifiesta como demencia o Alzheimer puede asociarse con la pérdida auditiva, por lo cual es fundamental la medicina preventiva, coincidieron especialistas del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), de la Secretaría de Salud.
Al abordar el tema “Los riesgos ocultos de la pérdida auditiva”, el especialista del Departamento de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello del INER, Marco Antonio Lara Estrada, resaltó que la pérdida auditiva puede ocasionar demencia. La posibilidad casi se duplica en quienes tienen pérdida auditiva leve; se triplica en pacientes con pérdida moderada y se quintuplica cuando es severa.
En la sesión general, en el contexto del Día Internacional del Implante Coclear, que se conmemora el 25 de febrero, y Día Mundial de la Audición, el 3 de marzo, Lara Estrada indicó que la demencia, debido a la pérdida de audición, es más común en personas adultas mayores. El deterioro auditivo ocasiona además aislamiento, debido a la imposibilidad de comunicación, lo cual aumenta el riesgo de otras enfermedades y de fallecimiento.
A lo largo de la vida, la pérdida auditiva se duplica cada 10 años; actualmente casi dos de cada tres personas mayores de 70 años tienen este problema que incide en sus actividades diarias, añadió.
Para llegar a un envejecimiento saludable es importante atender los procesos patológicos, evitar el desarrollo de otros y encontrar las estrategias para manejar de forma óptima los diferentes padecimientos que presentan las personas adultas mayores. En este contexto, la pérdida auditiva es uno de los factores más prevenible para evitar la demencia.
La especialista en Audiología del Departamento de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello del INER, Lizette Carranco Hernández, puntualizó que una de cada tres personas mayores de 60 años presenta algún grado de pérdida auditiva y una de cada dos mayores de 85. Además, la diabetes y la hipertensión aceleran el desarrollo de este problema.
Destacó que la pérdida auditiva ocasiona bajo rendimiento laboral, cansancio físico, fatiga auditiva, problemas de memoria, deterioro cognitivo, cambios pupilares, estrés al no escuchar lo que dice la otra persona; incremento de cortisol por el propio estrés y bajo rendimiento escolar.
En la sesión general, la profesional en Comunicación Humana adscrita también al Departamento de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y cuello del INER, Ivonne Marianne Mayer González-Garza, dijo que la rehabilitación depende de la atención oportuna y el grado de pérdida auditiva; por lo general es de entre seis meses y un año.
Las y los especialistas del INER coincidieron en la necesidad de la medicina preventiva y promoción de la salud auditiva desde el nacimiento; sobre todo, a partir de los 60 años, para evitar consecuencias negativas. Estudios electrofisiológicos y de imagen muestran que el diagnóstico temprano cambia y revierte los daños en la audición.
La OMS propone la realización del tamiz auditivo en cinco momentos críticos en la vida: al nacer; a los tres años; entre los seis y 12 años; en personas que están expuestas a ruido o uso de medicamentos ototóxicos y personas adultas mayores.
En la sesión, que contó con interprete de lengua de señas, participaron de forma virtual más de 420 profesionales de la salud de Argentina, Colombia, Guatemala, México, Perú y Venezuela.
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